Una suculenta cena se puede convertir en la persona que desea comerla.

Esta imagen sigue el más puro estilo del artista Guiseppe Archimboldo con sus representaciones del rostro humano a partir de flores, frutas, plantas, animales u objetos varios, y mezclada con la teoría de fondo y figura, fenómeno estudiado por Edgar Rubin y su famosa “copa de Rubin” donde con un simple dibujo en blanco y negro (luz y sombra) nos permite apreciar dos elementos bien definidos.

Así se consigue esta excelente composición que nos hace entrever no solo aquello que tenemos sobre la mesa, sino el rostro bien definido de una persona. Una lástima no conocer el origen del autor.

De todos modos se convierte en un buen ejercicio de collage que padres y madres pueden practicar con aquellos niños que no comen porque la cena es poco divertida.